11/24/2009

¡Ah, qué la tele…!

Estoy viendo un reportaje sobre “prostitución” y no puedo aguantarme las ganas de escribir… ¡Todo mundo quiere opinar, legislar, convocar especialistas, reglamentar...!

Aunque entrevisten a quien entrevisten, y aunque los entrevistados digan lo que digan, los periodistas siempre terminan diciendo lo que quieren, recortan las palabras de quienes nos dedicamos o nos hemos dedicado al erotismo profesional –en cualquiera de sus modalidades- para que se ajusten a lo que quieren decir.

Antes, las “buenas conciencias” no nos bajaban de “inmorales”; pero tampoco ahora nos suben de “pobrecitas”.

Los de afuera terminan casi siempre manejando el concepto de “problema”, “mal menor”, “algo que no va a desaparecer”…

Cierto, ahora ya por lo menos se reconoce que muchos abusan, y se empieza a hablar de los derechos humanos de todos…”hasta” de quienes se dedican al trabajo sexual. Qué bien. Pero hasta los más liberales, casi todos, en el fondo preferirían que este tipo de trabajo no existiera.

Quisieran que la “prostitución” o el “sexo transaccional” (el que se practica no siempre por dinero, sino por comida, protección u otras cosas) fueran reemplazados por “amor”.

Quisieran que el entregar el cuerpo y ofrecer placer siempre fueran de gratis.

¿Por qué no pueden admitir la existencia de profesionales de la compañía, del erotismo?

¿Por qué su trabajo no debería ser trabajo, y en cambio, el de una maestra o el de un obrero sí?

¿Por qué “está bien” que una maestra cobre por utilizar su intelecto en mostrar cómo sumar, mientras que “está mal” que una acompañante cobre por utilizar su intelecto en ofrecer una conversación interesante?

¿Por qué “está bien” que un obrero utilice su cuerpo para ensamblar autopartes, mientras que “está mal” que una masajista erótica utilice su cuerpo para proporcionar placer?

Digo yo, ¿por qué?

Susana