9/01/2009


Esta mañana leí sobre "The Girlfriend Experience" en el New York Times.
Uno de los comentarios era sobre cómo retrataba las complejidades de comerciar con sentimientos.
Y me acordé de cómo me dolió el corazón ese día que me encontré -indebidamente, por supuesto- dándole tiernos besos a un cliente a través de una nieve de limón, después de haber pasado la comida platicando.
La confusiónque sentía al recorrer con otro de ellos la exposición de animales fantásticos de Toledo en el Museo Amparo. Cómo me sentí culpable tras tras lograr con varias chicas que uno más vaciara su quinta tarjeta de crédito en un tugurio de carretera. El gusto con que le bailé a ese músico de fin de semana que me aplaudía emocionado tras los passés con que remataba los giros en el tubo con mi boa de plumas. La tristeza que me dio amanecer bebiendo con aquel veterinario distanciado de su esposa.
Y así: "debilidades" con las que viví mis nueve meses de teibolera.
Cosas, pues, que me quedé pensando...